Las mutaciones constantes del COVID-19 han hecho que sea casi imposible que los fabricantes de tratamientos se mantengan al día con el virus SARS-CoV-2
Las mutaciones constantes del COVID-19 han hecho que sea casi imposible que los fabricantes de tratamientos se mantengan al día con el virus SARS-CoV-2.Los ‘descendientes’ de ómicronya amenazan con hacer ineficaces los dos últimos medicamentos de anticuerpos en el mercado: el bebtelovimab de Eli Lilly, que se usa para tratar los síntomas, y el Evusheld de AstraZeneca, que ayuda a prevenir infecciones.
Cuando la pandemia golpeó por primera vez, los científicos desarrollaron rápidamente medicamentos de anticuerpos para proteger a las personas de los peores efectos del virus. Es una premisa sencilla: un anticuerpo dirigido puede neutralizar inmediatamente una amenaza dentro del cuerpo, evitando incluso que comience una infección.
Pero con cada nueva ronda de mutaciones del virus SARS-CoV-2, varios medicamentos de anticuerpos se consideraron ineficaces y se fueron retirando del mercado. Y con muy poco progreso en el desarrollo de fármacos de anticuerpos, es muy posible que los médicos pronto no tengan ninguno para elegir.
“En lugar de tener más opciones con estas nuevas variantes, estamos viendo cada vez menos”, advirtió Florian Krammer, virólogo de la Escuela de Medicina Icahn de Mount Sinai. “Ese es un gran problema que veo para los próximos 12 meses”.
El problema es mundial. Los funcionarios de salud de Reino Unido dijeron este miércoles que Evusheld no se recomienda para el tratamiento de COVID-19 debido a la incertidumbre sobre su efectividad contra la variante ómicron.
Los únicos medicamentos que aún se recomiendan para su uso son el antiviral Paxlovid de Pfizer; Olumiant de Lilly, sujeto a autorización de comercialización en el Reino Unido; y RoActemra de Roche, según el Instituto Nacional para la Excelencia en Salud y Atención.
Con nuevas variantes como BQ.1 y BQ.1.1, que ahora representan la mayoría de los casos de COVID en el noreste y otras partes de EU, los órganos reguladores indican que el medicamento anti-COVID de Lilly ya no es una opción de tratamiento confiable para casi la mitad del país. Ese es un problema de cara al invierno, ya que los hospitales y los médicos han estado confiando en los anticuerpos para combatir o prevenir algunas infecciones graves.
El invierno se acerca
A medida que se avecina una posible oleada de nuevos contagios a partir de diciembre, la administración de Joe Biden está pidiendo al Congreso 9.25 mil millones de dólares para reforzar los esfuerzos del gobierno contra el COVID. Más de la mitad de esa partida (5 mil millones de dólares) se usaría para apoyar el desarrollo de vacunas y terapias de próxima generación contra una franja más amplia de variantes.
Las terapias con anticuerpos son esenciales para tratar y prevenir enfermedades en aproximadamente 7 millones de estadounidenses inmunocomprometidos, para quienes las vacunas y los antivirales no siempre funcionan bien. Antes del último conjunto de mutaciones de ómicron, solo quedaban dos medicamentos de anticuerpos COVID de los cinco que obtuvieron la autorización de la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos).
Los reguladores no rechazan por completo los fármacos de Astra o Lilly, sino que sugieren que los médicos solo los usen en áreas donde las variantes más antiguas siguen siendo dominantes.
La FDA dijo que la decisión de administrar el tratamiento de Astra, por ejemplo, “debe basarse en la prevalencia regional de las subvariantes resistentes, los riesgos individuales del paciente, los recursos disponibles y la logística”.
Dado que las nuevas subvariantes siguen creciendo en prevalencia en gran parte de Estados Unidos, como muestran los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, la eficacia de los anticuerpos monoclonales podría verse aún más limitada.