Conoce el centro de datos de KIO de Internet en Querétaro, por este centro es que puedes navegar en redes sociales, ver streaming o mandar mensajes
En el kilómetro 195.5 de la carretera México-Querétaro, municipio de El Marqués, hay un camino que conduce a las entrañas de internet. Ahí, dentro del Parque Industrial El Marqués, y compartiendo residencia con empresas de la industria automotriz, de la construcción, de la manufactura, de tecnologías de la información y alimentaria, se encuentra un campus de centros de datos de KIO Networks, el KIO 1, en operación desde 2007.
Con más de 5,000 metros cuadrados de superficie, este espacio hospeda la información de compañías nacionales e internacionales con las que interactuamos todos los días, desde bancos, aerolíneas, streaming, redes sociales, hasta procesadores de boletos y pagos. Cada uno de nosotros, dice Alejandro Ríos, director de Tecnología de la División de Data Centers de KIO Networks, pasa unas 50 veces al día por esta infraestructura, sin saberlo.
Por fuera no hay pistas visibles de que ahí dentro se guardan las entrañas de internet, no hay nada que indique que si por alguna razón esas naves industriales colapsan, parte del internet cae con ellas. Al estar dentro de este polígono de centro de datos como la percepción cambia, de inmediato se tiene la sensación de estar en una zona de alta seguridad, en un búnker secreto con cámaras vigilando todos los rincones, esclusas, accesos biométricos, guardias con radio.
Por fuera, este campus de centros de datos de KIO luce como una fortaleza. Muros de más de 2 metros coronados con malla electrificada. Cámaras de vigilancia en todo el perímetro (por supuesto, con visión nocturna). La caseta de vigilancia tiene cristales completamente opacos, de manera que no sabes qué hay detrás. El portón solo se abre con las tarjetas personalizadas de proximidad que portan los guardias. Aquí nadie entra si no tiene un código de acceso.
Superado ese filtro, viene otro que luce menos inquietante: el lobby. Para traspasar esta zona hace falta cumplir con el típico ritual de aeropuerto: pasar las mochilas, celulares, llaves, monedas, y demás por una banda de rayos X y cruzar por debajo de un arco detector de metal. Enseguida la recepcionista recoge una identificación oficial, toma una fotografía del visitante y entrega un sticker que cualquiera que es ajeno a este lugar debe portar en un lugar visible.
“El mundo digital físicamente está en algún lugar, y ese lugar son los centros de datos”, dice Alejandro Ríos antes de ingresar a la primera parada, la sala de ciberseguridad. Son 64 estaciones donde los colaboradores trabajan con dos o tres computadoras al mismo tiempo; frente así hay un enorme videowall que monitorea el tráfico malicioso que todos los días circula por internet. Se alcanzan a notar líneas rojas que salen de Estados Unidos hacia Asia y viceversa.
Desde esa sala el equipo de ciberseguridad de KIO se encarga de resguardar los datos contenidos en sus 5 salas de servidores. Es como el muro perimetral electrificado que tienen al exterior, pero en digital. Trabajan todos los días del año, las 24 horas del día. “Al ser un medio libre no regulado en general, en internet viaja tráfico malicioso todo el tiempo. Hay que detectar qué hace ese tráfico anómalo y qué no”, explica Alejandro.
¿Qué pasa si ocurre un ciberataque directo a KIO y los clientes que hospeda? Se le pregunta a los representantes de la compañía, a lo que Alejandro responde primero con una aclaración: no pasa como en las películas, no se dramatiza, ni el personal corre de un lado a otro, ni suenan alarmas en todo el lugar. “Lo que en verdad sucede es que se declara un proceso de crisis, de celeridad, que se va escalando. Es un movimiento coordinado y los grupos de ciberseguridad entran en acción de acuerdo con sus protocolos”.
El campuso KIO 1 tiene 5 salas de servidores de 1,000 cuadrados cada una. Es decir, son 5 centros de datos en un mismo predio, cada uno con sus instalaciones propias. Y Alejandro Ríos adelanta que vendrán dos campus más en el mismo parque industrial: el KIO 2 con 15 megawatts y el KIO 3 con 30 megawatts. La inversión global para estos proyectos es de 400 millones de dólares y se espera que el primero esté listo en el primer trimestre de 2024 y el segundo hasta 2025.
Para entrar a las salas de servidores antes se debe pasar por una esclusa, la cual se abre solo con tarjetas autorizadas para ello. Es en ese momento cuando se tiene la sensación de entrar a un bunker. Ahí dentro se ubican las entrañas de una parte de internet. Compañías como Google o Microsoft almacenan parte de su infraestructura en estos centros de datos para que los aplicativos que usa la gente cada día funcionen sin problema y con la menor latencia posible.
Las salas son enormes rectángulos de 1,000 metros cuadrados con dos pasillos de servicio. Se pueden encontrar racks de servidores libres, otros que están encapsulados en una estructura similar a un pasillo de refrigeración de un supermercado y otros dentro de jaulas. Estos últimos regularmente son servidores de grandes compañías que instalan un perímetro propio de seguridad y adicional al que proporciona KIO. “El búnker es nuestro hotel donde se hospedan nuestros clientes”, menciona Jesús Rodríguez, coordinador de Centro de Datos de KIO Networks.
Las jaulas pueden tener o bien chapas de alta seguridad, cámaras infrarrojas, y las medidas de seguridad que el cliente decida. KIO, aunque gestiona el centro de datos, no tiene acceso a los datos de los clientes. Si acaso, y eso es por acuerdo contractual, personal autorizado de KIO puede entrar a las jaulas para realizar trabajos de mantenimiento programados. La seguridad es extrema en un espacio como este, donde se reservan las entrañas de internet.
El piso de estas salas es falso, por la siguiente razón: debajo de él corre todo el sistema de enfriamiento de los servidores que, junto con la sección de electrificación, es lo que mantiene latiendo el corazón de los centros de datos. El aire frío circula desde el cuarto de enfriamiento hasta el piso debajo de las salas y se inyecta a los servidores por una rejilla. Otra forma de enfriar los racks es encapsularlos en pasillos fríos (como en el supermercado).
Dejamos las salas de servidores y continuamos por puertas, pasillos y escaleras (para los primerizos es fácil perderse), hasta llegar al cuarto que almacena los sistemas de enfriamiento. Son 16 equipos de enfriamiento, que pesan 40 toneladas, por cada sala y su misión es mantener los servidores a una temperatura de entre 18 y 27 grados, aunque el promedio general es 22 grados. Al estar todo el tiempo encendidos y funcionando, los servidores se calientan y es necesario monitorear su temperatura, de lo contrario puede vulnerar la operación del centro.
Más pasillos, escaleras y puertas para llegar a la ruidosa sala de UPS y banco de baterías de litio, el alma del centro de datos. La misión de estos equipos es suministrar energía eléctrica al centro de datos en caso de que el proveedor del servicio, que es la Comisión Federal de Electricidad, falle por alguna razón. Pero eso es solo una parte del respaldo de electricidad.
La siguiente escala es en el exterior del centro de datos, en la zona de los generadores de energía eléctrica. Son 2 generadores por cada sala, cada uno con capacidad de 2 megawatts por lo que en total el centro de datos KIO 1 tiene una capacidad de 20 megawatts. Estos equipos funcionan con diésel y se encargan de inyectar energía eléctrica al centro de datos hasta por 7 día, pero pueden ser más en caso de ser necesario.
“Estas casetas son los generadores que respaldan toda la energía que demanda el centro de datos en caso de que haya una ausencia de nuestro suministrador básico. Cada una de las salas tiene 2 generadores de 2 MW con una autonomía de 7 días con diésel que contenemos en un base tanque debajo del mismo generador, pero tenemos contratos con suministradores de diésel, si yo tuviera la necesidad de extender ese lapso mayor a 7 días, por supuesto los llamamos y en menos de 4 horas nos suministran el diésel en la cantidad que sea necesario”, cuenta Jesús.
Por supuesto que toda esta infraestructura está automatizada. Si hay ausencia de electricidad por parte de la CFE los sistemas activan los UPS y el banco de baterías al tiempo que se preparan los generadores para entrar en acción si es necesario, de manera que el centro de datos en ningún momento se apague ni deje de operar. “Hay demasiada disciplina operativa”, apunta Alejandro.
El último punto del viaje por las entrañas de internet es algo más común: la sala de Videovigilancia. Es un cuarto con un monitor que transmite lo que captan las más de 170 cámaras que cubren todos los rincones del campus KIO 1. Las cámaras, claro, graban en tiempo real y tienen capacidad de almacenamiento hasta por 90 días. “Cada cámara enfoca un área, no hay un espacio del centro de datos que no se esté monitoreando, desde accesos principales, azoteas, zonas perimetrales, puertas de acceso, esclusas, áreas oscuras”, destaca Jesús.
Para el siguiente año esta zona donde KIO aterrizó con su primer campus de centros de datos en 2007 pronto lucirá diferente. Para el primer trimestre de 2024 la compañía espera concluir el KIO 2 con 15 megawatts y el KIO 3 con 30 megawatts. La inversión global para estos proyectos es de 400 millones de dólares y se espera que el primero esté listo en el primer trimestre de 2024 y el segundo hasta 2025.
Esto es así porque se estima que con la intensa transformación tecnológica y digital que están viviendo las empresas, y el auge de la nube, la ciberseguridad o la inteligencia artificial, se necesitará más poder de cómputo y almacenamiento. “Nuestros clientes más grandes son internacionales que también tienen necesidad de continuar sus procesos de expansión, nosotros nos movemos con la demanda”, remata Alejandro Ríos.